Damaris Egurrola (Orlando, 1999) es una de las grandes protagonistas de la final de la Champions League que Barcelona y Olympique Lyonnais disputarán este sábado (18:00 horas, La1) en el estadio San Mamés de Bilbao. "Es una sensación única volver al escenario donde todo empezó", repite en cada entrevista previa al gran día.
Es la mediana de tres hermanos -Nolan y Anabel- del matrimonio que formaron el vasco Pablo Egurrola y la neerlandesa Alda Wienke. Nació en Estados Unidos, donde el padre emigró a finales de los años 80 aprovechando el boom de la pelota en las Américas [deporte en el que era conocido como Osa II] y se crió en España, donde llegó con siete años. Se instalaron en Arteaga, municipio de apenas 910 habitantes ubicado a orillas de la ría de Guernica.
Un día apareció por allí una niña con sus dos coletas, se puso a jugar y llamó la atención a todos por la habilidad con la que movía el balón
Aritz Ruiz, entrenador de Damaris en Lumo Kirol Eskola
"Yo empecé a entrenar al hermano, que era un poco mayor que ella, y después vino Damaris. En aquella época practicaba también pelota y tenis, y se le hubiera dado bien cualquier deporte, pero se decantó por el fútbol. Un día apareció por allí una niña con sus dos coletas, se puso a jugar y llamó la atención a todos por la habilidad con la que movía el balón", cuenta en MARCA Aritz Ruiz, quien fuera su entrenador en la Lumo Kirol Eskola. Entró como prebenjamín, pudiendo sólo jugar pero no competir, y estuvo en la escuela en su paso por categoría benjamín (fútbol sala), alevín (fútbol 7) e infantil (fútbol 11). "Su primer partido fue en Amorebieta. Estábamos jugando un amistoso y en el descanso pregunté al entrenador del otro equipo si le importaba que pudiéramos sacarla. Yo le había llevado ropa, así que se cambió y salió a jugar con el hermano siendo todavía una canaja. La gente alucinó por cómo se movía en el campo y la habilidad que demostraba con el balón", recuerda.
Aunque llegó a jugar algún partido en el extremo zurdo, la posición natural de Damaris ha sido la de mediocentro desde sus inicios. "De pequeña no destacaba por la altura, el estirón lo pegó después, sino por la calidad que tenía. Era una niña muy tímida, pero en el campo demostraba tener personalidad e inteligencia. Siempre estaba atenta y dispuesta a aprender", destaca el que fuera su técnico (colgó la pizarra hace un par de temporadas). "No era muy habitual que en aquella época los equipos tuvieran niñas. En nuestro equipo eran tres o cuatro y Damaris era la que más destacaba. Nunca hubo ningún problema porque se relacionaban como equipo y eran una piña menos a la hora de cambiarse que, evidentemente, lo hacían en vestuarios diferentes", apunta Aritz. "En algún campo tuvimos que escuchar entre risas aquello de: 'Mira, este equipo viene con chicas'. Yo pensaba para mis adentros: '¡Ya veréis cuando se pongan a jugar!' Era muy buena, pero inimaginable que llegaría a ser una referencia mundial", sentencia.
Paso al fútbol femenino
A los 14 años, agotada la etapa del fútbol mixto, Damaris pasó a formar parte del Betiko Neskak, club exclusivamente femenino en el que jugó sólo una temporada. "Estuvo sólo un año de cadete con nosotras y ya sabíamos que el Athletic Club la estaba siguiendo porque era muy buena. Era una niña, pero ya tenía hechuras de gran futbolista. Al ser zurda era diferente, especial. Tenía buen control de balón, bajaba muy bien la pelota, llegaba bien arriba... en general era muy buena", relata Endika Vázquez, quien fuera su entrenador. "Era muy tímida, aunque no le costó mucho integrarse porque vino acompañada de alguna amiga. Hablaba poco, pero se interesaba mucho por todos los aspectos futbolísticos y a esa edad llamaba la atención", resuelve el técnico.
Damaris llegó a Lezama con sólo 14 años, por lo que en su primera temporada apenas pudo jugar un par de partidos oficiales al no alcanzar la edad mínima. "Es de esas jugadoras a las que se las ve algo especial desde el primer momento. Destacaba por su presencia física para ganar duelos, el desplazamiento de balón con el que romper líneas, una visión de juego espectacular, la capacidad para jugar en corto y asociarse con sus compañeras y una pierna izquierda maravillosa", explica Íñigo Juaristi, quien en aquella época compatibilizaba la dirección deportiva con el banquillo del filial rojiblanco. "Aquella generación tenía jugadoras de muchísimo talento que luego han llegado a jugar en Primera: Garazi Murua, Maddi Torre, Jone Ibáñez, Arene Altonaga, Marta Perea, Sheila Elorza, Jone Bilbao, Oihane Hernández, Maite Oroz... Es de los grupos que tengo mejor recuerdo, incluso mejor que con los que gané las cuatro Ligas (dirigiendo al primer equipo)", reflexiona.
Es de esas jugadoras a las que se las ve algo especial desde el primer momento. Destacaba por su presencia física, el desplazamiento de balón, una visión de juego espectacular y una pierna izquierda maravillosa
Íñigo Juaristi, entrenador de Damaris en el Athletic Club
Juaristi cree que "tenía condiciones innatas" para ser una excelsa mediocentro, aunque llegó a probarla en la línea defensiva eventualmente. "Recuerdo la final de la Copa Vasca ante el Añorga de 2015. Jugamos en su campo, que tiene las medidas mínimas (90x45 metros) y donde el área está prácticamente tocando la línea de banda. Allí era imposible jugar a tener el balón, como solíamos hacer, así que puse una defensa de tres atrás y coloqué a Damaris en la izquierda. La idea era que diera aguante atrás, que aportase en la salida de balón y que ganara la mayor cantidad de duelos aéreos posibles. Salió bien y ganamos (0-2)", recuerda Íñigo, que volvería a repetir el experimento como seleccionador vasco en el amistoso ante República Checa en 2017.
Íñigo estuvo con ella dos temporadas en las que incidió en trabajar su confianza y competitividad mientras advertía cómo llamaba con fuerza a las puertas del primer equipo. "Tenerla en edad formativa hizo que hable de ella como un padre orgulloso, pero lo cierto es que es una chavala magnífica. Era una niña risueña, aparentemente introvertida, de las que hablan poco y aprenden rápido. En ese momento era difícil advertir que acabaría siendo una crack mundial, aunque ya demostraba que en el Athletic Club daba un nivel extraordinario. Quizá no tenga ese perfil de futbolista de garra que tanto se asemeja a las leonas, pero creo que tanto ella como su familia llevan al Athletic muy dentro", sentencia.
Derribó las puertas del primer equipo
Damaris jugó en el filial durante tres temporadas en las que participó en 71 partidos y anotó 19 goles. "Siempre ha sido futbolista y futbolera. Le gusta mucho el fútbol, entiende muy bien el juego y tácticamente es muy buena. Su posición natural es la de mediocentro, pero puede aportar por delante de la defensa, tiene llegada al área, buen disparo y va bien por alto. Precisamente ésta era una de sus carencias, algo que hablamos y trabajamos mucho para aprovechar su altura (176 centímetros actualmente). Recuerdo que le encantaba entrenar, mejorar, superarse y esa es la explicación que justifica su evolución", comenta Txus Gojeruni, quien fuera su técnico en el filial en una temporada, la 2016/17, en la que ya estaba en dinámica de primer equipo.
Egurrola debutó con el Athletic Club el 13 de diciembre de 2015 en la victoria por 0-4 ante el Oiartzun en el Karla Lekuona. Damaris saltó al verde en el minuto 77 sustituyendo a Maite Lizaso con el '31' a la espalda. "Era muy jovencita, pero todos la veíamos con muchas posibilidades. No es que fuera derribando puertas, sino que las tiraba a patadas. Ese día sólo le dije que estuviera tranquila, que hiciera lo que llevaba años haciendo con el filial, que disfrutase y que fuera atrevida", afirma Joseba Aguirre, técnico que le dio la alternativa en la élite. "Era una chica callada, más que tímida, que absorbía lo mejor de sus compañeras. Más que ayudarla, lo único que hice fue aprovecharme de su talento. Es una '6' zurda que domina mucha parcela del campo, que sabe cuándo apretar o dar un paso atrás y una futbolista muy madura a pesar de su juventud", añade.
Es una '6' zurda que domina mucha parcela del campo, que sabe cuándo apretar o dar un paso atrás y una futbolista muy madura a pesar de su juventud
Joseba Aguirre, técnico de Damaris en el Athletic Club
La última temporada de Damaris de rojiblanco estuvo a cargo de Ángel Villacampa [no ha querido pronunciarse al estar inmerso en los play-off por el título en la Liga mexicana]. La todocampista se despidió del Athletic Club el 5 de junio de 2020 tras cinco temporadas en las que jugó 113 partidos (y 8.315 minutos) y anotó cinco goles. "Hoy toca despedirme del club que ha sido todo para mí en estos cinco últimos años. Siento que ha llegado la hora de nuevos desafíos que siempre he soñado y que afronto con mucha ilusión", subrayó la protagonista en un comunicado difundido en sus redes sociales.
Su último partido con el Athletic Club fue el 26 de febrero de 2020, precisamente en San Mamés, ganando (2-1) al Tacon en un encuentro correspondiente a los cuartos de final de Copa. Anteriormente, había pisado en tres ocasiones La Catedral: el 30'de enero de 2019 (0-2 ante el Atlético de Madrid), el 31 de marzo de 2019 (2-0 ante el Levante) y el 5 de enero de 2020 (0-3 ante el Barcelona).
La marcha de Damaris no fue idílica pues, incluida en la lista de compensación (Artículo 20 del Convenio Colectivo) con una cláusula de 250.000 euros, hizo que la centrocampista viera truncado su fichaje por el Barcelona y acabara emigrando para jugar en el Everton, una escala hasta que en enero de 2021 el Olympique Lyonnais pagara los 100.000 euros de su cláusula de rescisión. En tierras galas lleva tres temporadas y media -y tiene contrato hasta 2027- y suma 91 partidos y siete goles. Se perdió la final de Turín ante el Barcelona, pero está lista para la de este año que, además, juega en casa.
